En un país donde la gastronomía es parte esencial de la cultura, la marca Santis ha sido desde 1969 una referencia clave en la despensa peruana, ofreciendo conservas, menestras, cereales y especias de alta calidad. Sin embargo, su identidad visual, su sistema de packaging y su estrategia no reflejaban su trayectoria ni la excelencia de sus productos.
La problemática era clara: actualizar su imagen para consolidarse como un referente moderno en ingredientes esenciales, sin perder su herencia ni el valor que ha construido por décadas como parte de la fusión culinaria del Perú.
Santis se propuso ser ese aliado que transforma cada paso en una experiencia memorable. El reto no era solo llenar góndolas con productos, sino recolectar sabores que inviten a explorar, probar, fallar y disfrutar. Esta ambición guió tanto el rediseño de su logotipo —centrado en una “S” estructural que organiza y jerarquiza el sistema visual— como la creación de una nueva narrativa visual, apoyada en una tipografía mayúscula que fusiona elegancia con modernidad.
Descubrimos que el verdadero valor de Santis no está solo en sus ingredientes, sino en su capacidad de resguardar la magia de la cocina y hacer de cada receta un proceso inolvidable.
El nuevo sistema de packaging refuerza esa idea: conservamos el rojo tradicional como sello de la marca, y sumamos una paleta segmentada por categorías que facilita la navegación y amplifica el reconocimiento visual. El estilo gráfico es natural, honesto, con foco en la autenticidad del producto. Así, Santis deja de ser solo una marca de alimentos para convertirse en una marca que inspira, acompaña y redescubre la esencia de cada aventura culinaria.
La solución estratégica partió de escuchar a quienes ven la cocina como un escape o un momento de disfrute. Descubrimos que el verdadero valor de Santis no está solo en sus ingredientes, sino en su capacidad de resguardar la magia de la cocina y hacer de cada receta un proceso inolvidable.