Desde su llegada a Lima en 2008, se ha consolidado como un espacio clave para descubrir propuestas cinematográficas fuera del circuito tradicional. Su experiencia va más allá de la proyección en pantalla: incluye charlas, talleres, residencias y espacios de formación que enriquecen la relación con el cine.
Después de 15 años de historia, grandes logros y nuevas experiencias, surgió la necesidad de proyectarse como una plataforma cultural activa durante todo el año y el desafío consistió en diseñar una identidad visual con estructura, continuidad y adaptabilidad, capaz de acompañar su crecimiento y expansión más allá del afiche anual del festival.